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Carlos Henrique Blohm – Optimista irredimible

Desde los 14 años tejió su futuro contando rollos de tela en la empresa familiar. Hoy es un exitoso empresario, emprendedor, docente, esposo y padre de familia. Un hombre de fe con una clara visión de lo que el país necesita para progresar

Escribe ALEJANDRO CELEDÓN MENDOZA / @alejoceledon
Fotografía JAIRO CANO RIVERO

Carlos Henrique Blohm sabe remar a contracorriente. Lo hizo hace 34 años cuando tras terminar un master en Administración en la Universidad de Harvard se incorporó al negocio familiar. C.A. Telares de Palo Grande, empresa fundada en 1920 y adquirida por su abuelo paterno en 1947, se encontraba en una complicada situación económica acrecentada por la devaluación del 83, y aunque había calculado sacar a flote la compañía en poco tiempo, la realidad fue otra. “Me tomó 18 años”, recuerda. “Fue hasta el año 99 que pude reducir el negocio lo suficiente para vender los activos y pagar las deudas. Finalizado este proceso pude dedicarme más a la creatividad, a los nuevos emprendimientos”.

También la tiene cuesta arriba ahora. El actual presidente de Ama de casa, reconocida marca de lencería que este año celebra seis décadas de existencia, se enfrenta nuevamente a una situación país muy compleja, más hoy, al igual que tiempo atrás, lo asume como un reto, con una actitud positiva y con mucha pero mucha fe en Venezuela. Y es que Carlos Henrique Blohm es un hombre trabajador, al que le gusta lo que hace, y un optimista con los pies bien puestos sobre la tierra. Al escucharlo hablar de su familia dudamos de si estas habilidades nacieron con él o las aprendió en casa. Lo más probable es que sean producto de una mezcla entre temperamento y educación.

Al revisar su vida se descubre que usted fue un hombre afortunado, nació en una familia con los recursos para garantizarle comodidades y una buena educación, ¿lo considera así?

Me considero afortunado y agradecido, pero no solo por lo que tú mencionas sino también por haberme sobrepuesto a los obstáculos. La situación cuando entré en la empresa era muy difícil. Yo no la heredé, decidí asumirla. Mis padres me dejaron escoger la carrera; mi papá decía que mejor me dedicara a algo distinto, porque el negocio textil era complicado. Estudié Ingeniería Mecánica, pero al terminar mis estudios de Administración sentí la responsabilidad de ayudar a mi familia. Recuerdo las palabras de mi abuelo materno: “Mucho más importante que hacer lo que uno quiere es querer lo que uno hace”. Y eso fue lo que me sucedió.

Es descendiente de alemanes, ¿qué conserva de sus ancestros?

El amor por el trabajo, de hacer las cosas por uno mismo, el ser competitivo, innovador, el aprovechar las fortalezas del país y las de uno mismo; tratar de honrar las obligaciones, ser respetuoso con los trabajadores, desarrollar gente. Son principios básicos de negocios que en mi familia siempre se siguieron. Creo que, dentro de lo posible, he logrado mantener esa tradición.

¿Cuáles estrategias que le permitieron sacar a flote la empresa?

En ese entonces Venezuela tenía una situación de insuficiencia de divisas y se avizoraba una devaluación fuerte. Unos meses antes de concretarse me concentré en vender inventarios para pagar las deudas más fuertes y después reduje los costos. Al final del proceso quedó la actividad principal que era la marca Ama de casa. Nos enfocamos en hacerla más competitiva hasta convertirla en una empresa exitosa. Sin embargo, nuevamente el país vive una situación complicada.

¿Y cómo sobrevive ahora?

Siempre hemos creído en los proveedores nacionales sin dejar de lado a los de afuera; eso ha ayudado en momentos de escasez. Nos ha costado conseguir algunos suministros y repuestos pero la verdad es que hemos tenido mucha disposición por parte de las autoridades con el asunto de las divisas. Más pienso que nuestra gran fortaleza está en ser creativos e innovadores, en creer en el diseño venezolano, y trabajar con gran parte de materia prima nacional.

¿Por qué si Venezuela lo tiene todo para ser un gran país está en estas condiciones?

Pienso que se debe a que siempre ha existido una animadversión por el emprendimiento y la actividad privada empresarial. Países como Chile, Perú y Colombia también han vivido situaciones políticas y sociales difíciles, pero las han superado al permitir que el sector privado les proporcione divisas, empleo, innovación. Hay muchos jóvenes que ante la grave situación deciden montar sus empresas en otros países. Esa es una clara demostración de que no lo estamos haciendo bien.

Entonces,  ¿qué debemos hacer?

La mayoría de los venezolanos queremos ser libres en lo que hacemos, y que se respete el fruto de nuestro trabajo. Si tú ves el resultado de las encuestas de los últimos años eso es dominante, entonces, la demostración de que las restricciones estatales sobre la actividad privada producen estancamiento debe llevarnos a un consenso nacional, a hacer las cosas distintas.

Muchos empresarios se han ido y montado sus negocios en otra parte, ¿usted por qué no lo ha hecho?

El negocio textil no es tan rentable como para duplicarlo en otro país, no tenemos la disponibilidad para hacerlo.

¿Pero si las tuviesen, se iría?

No. A mí me gusta mi país, además creo que hay muchísimo potencial. Yo disfruto mucho mi trabajo, a pesar de las dificultades. Tenemos algunos planes de eventualmente expandirnos geográficamente, pero no hemos terminado nuestra tarea en Venezuela. Todavía hay mucho por hacer.

¿En algún momento ha pensado en hacer vida política?

Jamás.

¿Ni un ministerio?

Con mucho gusto puedo ayudar y aconsejar. Hay excelentes líderes políticos, empresarios y economistas; cada uno tiene su lugar en la sociedad, pero tenemos que trabajar juntos, eso sí.

Si tuviese la oportunidad de tomar una decisión para mejorar el país, ¿cuál sería?

Lo que más necesitan los venezolanos es libertad y estado de derecho, que las decisiones se decidan por ley, que haya un poder judicial independiente, que se respete la Constitución y que las leyes aprobadas sean respetuosas de los derechos de los individuos.

Carlos Henriue Blohm (3)

Más personal

Carlos Henrique Blohm se considera un hombre pleno y feliz. Le gusta muchísimo la gente con quien trabaja. “Son dedicados, profesionales, compartimos los mismos valores de verdad, integridad, creatividad, persistencia, actitud positiva aunque nos salgan mal las cosas, y por último la solidaridad, entre nosotros, con la gente que nos rodea, con la comunidad y con el país”, explica. Su día a día consiste en visitar proveedores, participar en reuniones, una que otra visita a clientes, ponerse al día con todo lo que está pasando, y tratar de entender el entorno nacional, “que no es fácil”, señala.

Los fines de semana son para la familia. Con 36 años de feliz matrimonio, es padre de cuatro hijos, todos graduados en la universidad; solo uno vive en Venezuela, con los otros se mantiene en contacto gracias a la tecnología. “Siempre manifiestan con mucha nostalgia su deseo de regresar. Han trabajado duro, estoy muy orgulloso de ellos”, revela.

Amante de la lectura, se decanta por libros de historia, biografías, economía, negocios y gerencia. Le gusta mantenerse activo, desde hace año y medio practica Tai-Chi; antes trotaba, corrió 11 maratones de Nueva York pero por problemas en su rodillas dejó de hacerlo, ahora hace uso de una caminadora lo que le permite leer y escuchar música clásica mientras se ejercita. Su vida hogareña la completan dos gatos, de los que dice sentirse como accesorio “porque uno no los tiene a ellos, ellos lo tienen a uno”, y cuatro morrocollas traídas del Orinoco.

En pequeñas dosis

Un libro: I promessi sposide de Alessandro Manzoni
Un paisaje: El Ávila
Una comida: El shushi
Un restaurante: Mokambo de las Mercedes
Un destino: Kioto
Un personaje al que admira: Juan Germán Rossio, el pensador liberal venezolano por excelencia
Un error: Perder la paciencia.
Un jamás: Olvidar mis principios.

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