Enmarcado por una cadena de montañas, esta cálida vivienda propicia el disfrute de la naturaleza. Construida bajo los parámetros de la onda eco, aprovecha al máximo los rayos del astro rey mientras despliega sencillez y buen gusto
Escribe Alejandro Celedón Mendoza
Fotografía Alexandre Mermillod / www.onixstudio.com
Concebida inicialmente como la vivienda para un guía de montaña, esta casa tenía un alma uniforme, básica y fría. Al cambiar de dueños, estos vieron el potencial del espacio disponible y decidieron darle un nuevo aire para aprovechar al máximo las espectaculares vistas que el entorno ofrecía. Pasó de ser un lugar de paso para convertirse en un segundo hogar.
Situado en un promontorio natural en la parte baja de un valle, rodeado de paredes rocosas que le dan el aspecto de una fortaleza natural, el chalet Solelyâ cuenta con una ubicación privilegiada en Les Houches, localidad francesa en la región Ródano-Alpes, al centro de la nación gala.
El reto de la firma de arquitectos Chevallier consistía en no perder la esencia del edificio original sino por el contrario, integrarla a un diseño actualizado con materiales modernos y soluciones innovadoras. El proyecto se materializó gracias a la pasión por la arquitectónica de los nuevos propietarios, así como su sensibilidad por la belleza y su interés por lograr una construcción de calidad. En una frase, los arquitectos y los propietarios hablaban el mismo idioma.
Solelyâ es la primera casa con una cubierta de techo en la onda “verde” en el sector Coupeaux, de Les Houches. En consonancia con los principios sólidos de regulación térmica, un detalle importante fue la optimización del uso de la energía solar. La fachada, con vista al sur, dio cabida a un gran ventanal, mientras que al norte no hay aberturas; la construcción fue aislada y renovada con soluciones de alto rendimiento. Esta elección nace del interés de respetar el ambiente.
En cuanto a los materiales, el empleo de vidrio y aluminio negro pulido y lacado para los protagónicos ventanales contrasta con la construcción original de madera, elemento que sigue presente de manera notable en el recubrimiento de algunas paredes, techos y en el mobiliario.
El mobiliario copa los distintos ambientes respetando el espíritu del chalet. De aires minimalista y ecológico, destaca no tanto por sus colores –siempre neutros-, sino por su diseño así como por los materiales. La iluminación artificial corre por cuenta de elegantes y modernas lámparas, de pie y de techo; troncos en apariencia poco labrados sirven de mesas en la sala, sillas cuyo revestimiento evoca la piel de las vacas resaltan en el comedor principal. Las habitaciones y los baños lucen pulcros, acogedores, sin mucho esfuerzo.
La terraza posterior, con una vista magnífica de las montañas, evoca las grandes vistas de la lejana California. En los meses cálidos es ideal para tomar el sol y disfrutar del jacuzzi; cuando el frio llega, propicia encuentros cálidos en compañía de un buen caldo.
