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Carolina Herrera de Báez – Musa y alquimista con estilo propio

Su creatividad imparable, e inspiración constante, no solo la han consolidado como la creadora de esencias de la emblemática casa de modas fundada por su afamada madre; hace poco incursionó también en la joyería, combinando el arte con el diseño

Escribe DANIELA BENAIM
Fotografía CORTESÍA CASA PUIG – ARCHIVO
Vestuario CAROLINA HERRERA
Joyas FALLING JASMINE
Agradecimientos AURA MARINA HERNÁNDEZ

“Pero ella es la verdadera Carolina Herrera. Yo solo soy Herrera porque Reinaldo (el esposo) me presta su apellido”, aseguró la aclamada diseñadora venezolana en su hogar neoyorquino, cuando era entrevistada en 2011 por Juana Libedinsky para Vanity Fair. Se refería a la tercera de sus cuatro hijas; quien se ha convertido en una figura fundamental para el negocio familiar, desde que se involucró en 1996. La actual Directora Creativa de la Casa de Fragancias, e imagen de la colección CH Carolina Herrera, trabaja de la mano con su madre, aunque desde España; pues no pierde de vista su rol en el hogar, junto con su esposo, el ex torero Miguel Báez, y sus tres pequeños.

Y la creatividad de la talentosa Herrera de Báez sigue prometiendo. Recientemente, la sucesora –como muchos la llaman- debutó en el mundo de las joyas con la colección Falling Jasmine. Las diez piezas que brotaron de su colaboración con el artista argentino Grillo Demo, están inspiradas en Carolina madre; a quien asocia con la flor y esencia del jazmín.

Caracas,  Nueva York, Madrid

El 28 de agosto de 1969, Carolina Adriana Herrera Pacanins (ahora de Báez),  nació en Caracas, un “microcosmos”, como ella misma lo define, en el que vivió hasta los 12 años cuando su madre tomó la decisión de mudarse a Nueva York para convertirse en la gran diseñadora que hoy es. En su nueva casa era frecuente recibir las visitas de personalidades como el artista Andy Warhol o la editora de moda Diana Vreeland, mientras ella se divertía con sus amigas en locales como Soho, Village y el afamado Studio 54. “Yo hice de todo. Salí todo lo que pude, conocí a todo tipo de gente y vi todo tipo de cosas. Soy, con diferencia la que más salió, la que más se divirtió, la que más novios tuvo, la que más viajó de mi casa. Pero tenía claro lo que me interesaba y lo que no. Ninguna de nosotras tuvo problemas”. Con estas palabras recordó en 2013, también para Vanity Fair, sus primeros años de juventud en la llamada capital del mundo.

Luego de culminar su formación escolar, la joven se formó en Ciencias en Vassar College, con la intención de convertirse en Médico. En un principio, participó en investigaciones del VIH en Rockefeller University. No obstante, cayó en cuenta de que trabajar en un laboratorio no era lo suyo; entonces se inclinó por sus otros intereses, la fotografía y el cine.

Por otro lado, su amiga Victoria Clay, cuyo papá torero dejó todo de lado a los 38 años para probar suerte en tal actividad, quiso realizar un documental que indagara en el trasfondo de la profesión; “y encontró en mí a la única loca dispuesta a producírselo”, le dijo a Libedinsky. En consecuencia, en su tarea de investigadora, empezó a frecuentar España; y dentro de esta, el círculo taurino. Ahí conoció a Paloma Cuevas, esposa de matador, que le presentó a Miguel Báez, “El Litri”, quien estaba a punto de retirarse.

A diferencia de sus reproches por las salidas de su hija con artistas y poetas en Nueva York, Carolina madre mostró agrado desde un comienzo por su futuro yerno. La descendiente del ícono de la elegancia, y el hombre del mundo de los toros, contrajeron matrimonio en el año 2004, en una ceremonia íntima en su finca de Extremadura; por supuesto, el vestido era de la Casa Herrera. La ahora mamá de Olimpia, Miguel y Atalanta, busca mantener la normalidad en el hogar en su apartamento situado en una de las zonas más elegantes de Madrid, así lo dejó ver al revelar para una publicación española la crianza que da a sus retoños:  “Cuando mis hijos me dicen: ‘Mamá, en el cole comentan que eres famosa’, y me preguntan: ‘¿Qué es famosa?’, yo contesto: ‘Una palabra que no se usa en esta casa porque es de mal gusto”. Como se le inculcó en su casa, la familia es prioridad.

C Herrer De Baez.jpeg

Perfectamente distintas 

No sorprende que Carolina hija sea una extraordinaria referencia de elegancia y estilo. Con unos abuelos como Mimi Herrera Uslar, dama de alcurnia célebre desde de Caracas hasta Manhattan; el marqués de Torres Casas Guillermo Pacanins Acevedo, canciller y gobernador de Caracas, -quien fuera retratado por Dalí-; y María Cristina Niño Passios, quien viajaba a París para confeccionar sus prendas en los ateliers de Lanvin y Balenciaga. Con una madre que vistió a la misma Jackie Kennedy y fue representada por Warhol, y un padre que es editor veterano de Vanity Fair; nos encontramos ante una portadora de glamour y cultura en su sangre.

Moderna, aunque natural; relajada, pero perfeccionista; sofisticada e irreverente; dista de parecer una copia de su madre. Con su cara lavada y pelo suelto, Carolina Herrera de Báez no encaja con el impecable look clásico de su distinguida antecesora; aunque aprecia una blusa blanca, y asegura que a la creadora de la firma no le molesta que su hija luzca otras marcas. “Somos del mismo palo, pero a la vez muy diferentes. comentó a la edición argentina de la revista Hola al referirse  a su progenitora.

Distintas en apariencia y en personalidad, puede llamar la atención la consonancia de este equipo. Carolina y Carolina se complementan, y comparten su obsesión por lo perfecto y por el orden (a pesar de que mientras la madre lo toma en sentido estricto, la hija le da cierta cabida al caos); de manera que en dinámica de trabajo y disciplina coinciden. La fundadora confiesa que se toma las cosas con más humor y menos nervios que su sucesora. Si bien ocurren discusiones, las habituales del parentesco, ambas disfrutan de la compañía de la otra, tanto en tiempo de trabajo como familiar; y hasta en eventos como la Gala del Costume Institute (Met Gala).

Tan solo creativa

Carolina Jr. afirma con convicción que su entrada a la compañía ocurrió por casualidad. “La empresa preparaba el lanzamiento del segundo perfume. Querían algo radicalmente distinto al primero. Pensaron en mí para que me involucrase con ideas, porque mis otras hermanas estaban casadas o estudiando, y yo era la que andaba por la casa”, narró a Vanity Fair. Así se inspiró en el ambiente de Manhattan para darle vida a CH 212; y quedó fascinada por lo que pensó sería solo un trabajo de verano. Coincidencia o destino, recibió el llamado de permanecer en la Casa Herrera. Sin embargo, no se considera diseñadora o perfumista; sino “una persona creativa que sabe lo que le gusta, y está detrás de un equipo que convierte una esencia en realidad”, le expresó a Romina Salusso del diario argentino La Nación.

Aunque muchos la tilden de “heredera” de la compañía, Carolina ve muy lejano el retiro de la fundadora, y sostiene que no sería posible relevar su estilo único. Para agregar, señala que su hermana Patricia se encuentra más involucrada en el diseño, pues trabaja de la mano con su madre en Nueva York.

CH HIJA

Falling Jasmine

Con su amigo, el artista sureño Grillo, Carolina experimentó con dos campos que la inspiran, el arte y el diseño, en una colección de joyería que homenajea a su mamá.

¿Por qué el jazmín?

Me parece bellísimo, por su blancura, forma elegante de los pétalos y tamaño discreto. Es poco común en joyería y un elemento fetiche que comparto con Grillo.

¿Por qué joyas?

Uno puede jugar con ellas; se trata de combinarlas para hacer el look que apetezca. Los pendientes pueden usarse en pares o mezclar diferentes.

¿Cuál es su inspiración?

Mi primer recuerdo olfativo. El jardín de mi casa de Caracas estaba repleto de jazmines, y evoco a mi madre mezclando aceites de nardo y de la flor para crear sus perfumes.

¿Para quién está pensada?

¡Para todas las mujeres! Simboliza feminidad y pureza. Se puede llevar en el día a día, a un evento, o vestir a una novia. La idea es que si nos ponemos las diez piezas parezca que los jazmines están cayendo de la cabeza a las manos.

Las esencias de la Casa Herrera

Para la creación del accesorio invisible, Carolina hija se plantea la mujer a la que va dirigido. La intuición, las sensaciones, las memorias, son parte esencial de su proceso; y en cada fragancia, ha dejado un poco de ella.

Carolina Herrera 212: El primero. Buque insignia de la línea de aromas de la familia.

CH for Women: Un viaje oriental, complejo y sensual.

CH L’Eau: Su favorito; fresco y accesible.

Eau de Parfum Sublime: Carismático, espontáneo, con un toque de misterio.

CH África: Adictiva travesía sensorial.

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