El chileno Alejandro Aravena, el cuarto latinoamericano en ganar el premio Pritzker, se enfoca en diseños de ámbito público que lo comprometen con la sociedad, y promueve soluciones para mejorar la crisis mundial de viviendas
Escribe Yessica Reyes
Fotografía Cristóbal Palma
La 41° edición del Premio Pritzker, también conocido como el Nobel de la arquitectura, causó gran interés en los medios de comunicación no sólo por condecorar por primera vez a un chileno sino por laurear el valor humanitario más que al disciplinario.
Alejandro Aravena, merecedor del galardón patrocinado por la fundación estadounidense Hyalt en su edición 2016, es un arquitecto que transmite su pensamiento no sólo con edificios, sino también a través de conferencias alrededor del mundo, publicaciones impresas y charlas TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño).
Aravena, el tercer arquitecto proveniente de América del Sur y el cuarto latino en ser honrado con el premio más prestigioso de esta carrera, practica la arquitectura con diseños para el ámbito público y representa el resurgimiento de un edificador más comprometido socialmente, con una capacidad para concretar soluciones que permitan mejorar los entornos urbanos y hacer frente a la crisis mundial de viviendas.
Con esta nominación, el Pritzker busca hacer eco de lo que se espera de ésta profesión en los próximos años: un arquitecto con mayor participación en los problemas de índole social y con un involucramiento más profundo en el mundo político y la sociedad civil. Es decir, este reconocimiento es un llamado a los arquitectos a enfocarse en lo elemental.

Aravena tenía la idea de hacer vivienda social y en 2001 fundó Elemental, empresa asociada a Copec, holding industrial, y a la Universidad Católica, ambos con sede en su Chile natal, que diseña proyectos de interés e impacto social, y a la que llegan arquitectos de todo el mundo. Trabaja con una premisa lógica y novedosa: “Un do tank más que un think tank”.
Hasta ahora, Aravena ha construido más de 2.500 viviendas con esta iniciativa que busca construir las casas de modo que puedan cambiar y crecer con el tiempo. El presupuesto designado para cada casa se concentra en los primeros 35 metros; la estructura edifica dejando abierta la posibilidad de agrandarla o modificarla si es que la familia incrementa sus posibilidades económicas.
Las obras más relevantes de éste urbanista chileno son la Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica de Chile, las viviendas sociales en Monterrey, (México) y la residencia para la Universidad St. Edwards en Texas, Estados Unidos.
Otros tres latinoamericanos han sido premiados con el Pritzker: el mexicano Luis Barragán (1980), y los brasileños Oscar Niemeyer (1988) y Paulo Mendes da Rocha (2006).
Más del trabajo de Aravena en www.alejandroaravena.com