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Albani Lozada y Ramón Pasquier – La Dama y el enfant terrible

Desde hace nueve años, a través de la señal de la emisora Éxitos 99.9 FM del Circuito Unión Radio, un par de voces seduce y cautiva a una audiencia sedienta no solo por conocer los hechos que son noticia, sino también lo que es tendencia en el mundo en cuanto a moda, arte, turismo, gastronomía y eventos se refiere. Con inteligencia, carisma, sentido del humor y mucho estilo, los presentadores del espacio “Agenda Éxitos” han constituido uno de los dúos más celebrados de las ondas hertzianas

Escribe ALEJANDRO CELEDÒN MENDOZA
Fotografía: LILIANA MARTÍNEZ
Make-up Artist: CHRISTIAN GIL
Estilismo: LUIS QUINTERO
Digital: ALNAIR CHIRINOS
Asistentes de Fotografía: LUIS DANIEL GONZÁLEZ Y ENDERSON RUIZ
Vestuario CAROLINA HERRERA, LE COLLEZIONI, MAYELA CAMACHO
Accesorios SAMI BAZZI, MOVADO RELOJES, GUCCI
Mobiliario TIENDA KARE

Las damas primero
Albani Lozada, sin miedo a envejecer

Publicista y locutora, es reconocida por una impecable trayectoria en televisión como reportera, narradora de noticias y animadora. Su belleza clásica y la natural elegancia que la distinguen le permitieron representar a nuestro país en el Miss Mundo 1987, ocupando el segundo lugar. Reincidente en el amor, se divorció de su esposo con quien volvió a casarse; de esa unión nació su hija Fabiana a quien considera una gran compañera de vida. Viajar, leer, el chocolate, pero sobre todo compartir en familia, son sus grandes placeres.

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A parte de darte la gran oportunidad de iniciarte en los medios de comunicación, ¿qué enseñanza te dejó el Miss Venezuela?

Podría decirse que el Miss Venezuela significó mi primer gran reto a nivel personal. Es un evento que pone a prueba muchos valores. A mí particularmente me hizo crecer, y me corroboró lo que mis padres siempre me decían: hay que atreverse a ir detrás de nuestros sueños, y es posible por el buen camino lograr todo lo que se desea en la vida.

Cuando participaste en el concurso, Inés María Calero se llevó la corona; en el Miss Mundo fue la austriaca Ulla Weigerstorfer, ¿cómo te llevas con las altas y rubias?

(Risas). En efecto, así fue. Dos rubias altísimas y bellísimas, pero yo también logré un puesto privilegiado y gané mi propia corona. Creo que parte de las fortalezas que se deben desarrollar como individuo es la seguridad en sí mismo, de lo contrario la vida te come.

Tu imagen es la de una mujer impecable, ¿siempre fuiste así o esta imagen la has ido creando con el pasar de los años?

Cada vivencia, la familia, los estudios, las amistades, las lecturas, las creencias, los éxitos, los fracasos, todo eso ha influido para ser quien soy. Sin embargo, son factores que me han marcado naturalmente. No he creado una imagen, eso podría sonar premeditado; más bien siempre he tratado de ser yo misma. En lo personal, siempre he procurado llevar una vida cónsona con los valores con los que me identifico.

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¿Cómo te llevas con la moda?

Me llevo bien. Confieso que a veces me canso de verme siempre igual y que debería atreverme a experimentar con otro look. Pero la verdad es que me identifico más con lo clásico que con lo fashion.  Soy de las que piensa que “de la moda lo que te acomoda”.

¿Cuándo estás frente al espejo, cómo te ves?

Me siento a gusto. He logrado cosas importantes a nivel personal y profesional y mantengo sueños e ilusiones. Si hablamos del físico, intento asumir cada año aceptando los cambios que van apareciendo. Para mí cada etapa tiene sus encantos. No me asusta envejecer.

¿Cuáles son tus rituales de belleza?

Llevo una dieta sana y balanceada, procuro ejercitarme por lo menos tres veces a la semana. Soy consecuente con la hidratación de mi piel; desmaquillarme muy bien es imprescindible, sobretodo antes de dormir. Uso protector solar diariamente. Medito todos los días, le dedico tiempo a la oración y trato de mantener siempre una actitud positiva ante la vida. Comparto calidad de tiempo con mis seres queridos. No fumo y bebo muy poco. En fin… comprendo la importancia de alimentar cuerpo y espíritu, e intento siempre mantener un equilibrio en este sentido.

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¿Y tus grandes placeres?

Viajar, comer, dormir, leer un buen libro, ir al cine o ver las series de televisión que me gustan. Entregarme un fin de semana a no hacer nada. El mar. El chocolate. Un postre delicioso. La música. Compartir con mi familia, con los seres que amo. Una buena conversación. Hacer mi programa de radio.

¿Dónde te has sentido más a gusto, en la televisión o en la radio?

Son medios diferentes. Me encantan los dos, pero en este momento de mi vida indiscutiblemente prefiero la radio. A la televisión hay que dedicarle muchísimo tiempo. La radio es más práctica, más relajada; es un reto increíble transmitir diferentes emociones solo a través de la voz. Lo que más me gusta es que me deja más tiempo para hacer lo que quiera, para vivir con más tranquilidad mi vida personal y familiar.

¿Cuándo te propusieron hacer el programa te preocupó el hecho de no ser periodista?, ¿en algún momento esto ha afectado tu desempeño al aire? 

No me preocupó en lo absoluto porque para conducir el programa no era necesario ser periodista. Solo querían que le imprimiera mi personalidad, mi experiencia y mi trayectoria. Era un programa en el que solo necesitaban una pareja de conductores con ciertas características y que existiera entre ellos la química necesaria. Afortunadamente eso ocurrió, y aquí seguimos nueve años después.

¿Cómo es tu relación con Ramón después de tantos años compartiendo frente al micrófono?

No podría ser mejor. Ramón es un gran compañero de trabajo. Profesional, respetuoso, responsable, muy divertido e inteligente.

¿Lo mejor de trabajar con él?

¡El bochinche! Siempre comentamos que lo mejor del programa ocurre fuera del aire; cuentos, anécdotas, las cosas locas, tristes o divertidas que nos ocurren. Compartir ese rato junto a Ramón inyecta energía porque afortunadamente nos llevamos muy bien y ambos somos bochincheros, entonces, si alguien llega triste o de mal humor, durante el programa cambia su estado anímico. Es inevitable.

¿Para ti qué es lo más sabroso de hacer radio?

Cada día es diferente, espontaneo; es realmente divertido y apasionante.

¿A nivel profesional qué te gustaría hacer o qué te falta por hacer?

Me falta hacer un montón de cosas, pero estoy clara que en el país que estamos viviendo es preferible no hacerse falsas expectativas. Yo escogí quedarme en Venezuela muy a pesar de la situación en la que estamos inmersos; hace tiempo descubrí que en ocasiones hay que quedarse quieto, navegar con las aguas, ir día por día. No hago planes. Pero eso sí, siempre espero lo mejor con fe. Jamás me cierro a nuevas posibilidades de que se y por lo general, siempre se manifiestan. Estoy abierta a lo que Dios disponga.

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Más de su personalidad

  • Mi mayor orgullo es… Mi hija.
  • Me molesta… La injusticia, la falsedad, la mediocridad.
  • Si me defino en una palabra, diría que soy… Constante.
  • Me inspira… El amor.
  • Caracas es… Caracas.

Los pequeños placeres de Albani

  • Una película “La Vida es Bella”
  • Un libro Caballo de Troya de J.J. Benítez.
  • Una revista: Vogue
  • Un plato: La pasta
  • Un restaurante: Azahar
  • Un destino inolvidable:  Nueva York
  • Una canción: “Memory” de Barbra Streisand
  • Un diseñador: Tom Ford
  • Una fantasía intelectual: Escribir una novela

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El enfant terrible
Ramón Pasquier, curiosidad por lo nuevo

Avezado y multifacético comunicador social, sus más de 20 años de experiencia en revistas, periódicos, televisión, radio e internet lo hacen un profesional multimedia. Es un hombre cosmopolita y sibarita, siempre atento a la movida nacional e internacional. Teatrero durante sus años de universitario, su verbo fácil y algo irreverente lo hacen todo un enfant terrible. Lector voraz de revistas, ahora comparte su hambre de conocimiento con todas las posibilidades que ofrece la tecnología 2.0, aunque reconoce sin reparos que su mayor disfrute es no tener nada que hacer.

“Agenda Éxitos” es un magazine muy seguido por los radioescuchas, ¿cuál consideras que es su esencia? 

En Venezuela hay mucho prurito, mucho prejuicio, sobre todo con la gente seria, de querer hablar solo de política y economía; lo cual me parece ridículo porque esa gente se la pasa metida en un restaurante, compra libros, ropa, va al cine. En “Agenda Éxitos” hacemos una amalgama de todas esas opciones de disfrute, y eso es importante porque es una manera de definir al país.

¿Y cómo ha sido su evolución?

Nosotros comenzamos hace ocho años, el programa se llamaba “Estado del tiempo”; es increíble, era otro país. Hacíamos transmisiones en vivo todas las noches desde los distintos eventos. Era un poco avant-garde, algo extravagante, tratábamos temas que no eran de interés general; era un programa como de Film & Arts, para una audiencia reducida. Ahora es más masivo, estamos a las 11 de la mañana, en horario prime time, con una hora de transmisión nacional. Había que hacer algo de mayor interés, más noticioso e informativo.

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El programa se define como un espacio de tendencias, ¿cuál consideras que es la gran tendencia de hoy?

Creo que la tendencia es lo que tú decidas hacer con tu tiempo libre, y para eso debes jugar no solo con lo que te gusta, sino con lo que hay.

Tú vienes precedido de una amplia trayectoria en los medios, tienes una forma de asumir la información. Albani viene de otra escuela. ¿Cómo se ha cimentado esa relación?

No nos conocíamos de antes. Cuando surge la idea de hacer el programa, la radio me llama para que sea el locutor, y plantea la necesidad de una contraparte femenina. Un día coincido con Albani en un evento, escucho su voz y le digo “¿tú nunca has hecho radio?”; le comenté del proyecto y se interesó. Hicimos un piloto para consumo interno y fue sensacional. De allí en adelante ha sido perfecto.

¿Lo más rico de trabajar con ella?

No hay choques, se ha dado un ritmo muy divertido, y eso tiene que ver con el contraste de personalidades. Nos conocemos absolutamente, nos leemos perfectamente. Siempre tenemos una opinión o una reacción distinta y eso da libertad; nos permite una fluidez absoluta. Si fuésemos parecidos el programa se convertiría en una repetición. Al aire Albany es controlada, correcta; yo jugué a hacer la contraparte. Sin embargo, ella tiene un sentido del humor que la gente no se imagina. Está llena de chistes, de cuentos de su familia, y aunque no lo crean, come más que yo.

¿Lo que más disfrutas de hacer radio?

Es el único medio radioeléctrico en el que el producto final, lo que sale al aire, depende en un 90% del presentador. Hay alguien que abre el micrófono, el operador; hay una estructura montada de la radio, pero el resto depende del locutor. Esa sensación es híper satisfactoria.

¿Qué te falta o qué te gustaría hacer?

Tengo ya tiempo pensando en eso, y creo que eventualmente estaré como productor, director. No seré quien dé la cara, estaré tras bastidores tomando decisiones, armando proyectos, conceptualizando. Siempre lo he hecho y me encanta.

¿Cuáles son tus grandes placeres?

Me gusta tener tiempo libre, no necesariamente para ocuparlo en algo, sino para tener esa sensación de no tener nada que hacer. Del domingo, mi día favorito de la semana, lo que más me gusta es que puedo o no puedo hacer nada. Me da un placer indescriptible. Disfruto como un desquiciado metido en la computadora conociendo personajes y temas a través de Twitter, Instagram y Tumbler. La especificidad del contenido que hay ahora en la red y ver cómo todo el mundo ha decidido expresarse de alguna manera, me llama poderosamente la atención. Me alimento mucho de eso.

¿Cómo te llevas con la moda?

Me encanta la ropa, la gente que se viste bien, con sentido de lo que carga puesto. Yo podría perfectamente tener una tienda. Me gustan los diseñadores, saber por qué hacen lo que hacen, esa manera de expresarse, qué toman en cuenta. Es desagradable la gente mal vestida.

¿Y con el amor?

Es un tema elusivo en mi vida. No termino de comprometerme ni de establecerme y debe ser porque no tengo ningún interés. La convivencia tiene aspectos maravillosos y extraordinarios, pero al mismo tiempo… si te acostumbras a vivir en función de que eres quien toma las decisiones, pasa el tiempo y se hace más complicado negociar. Pero no pierdo las esperanzas. A veces me quita el sueño, pero no me siento frustrado.

¿No sientes miedo de quedarte solo?

Le tengo miedo a fracasar. El costo del fracaso es altísimo, sobre todo si hay muchas expectativas. Al final hay que hacer algo porque estar solo no es la mejor opción.

¿A quién le profesas un especial respeto o admiración?

En estos momentos tan convulsos del país me produce mucha admiración la gente que tan abiertamente se lanza en esa cruzada política de enfrentar al Gobierno. Yo soy, y lo declaro abiertamente, de oposición; pero no ando en tribunales internacionales, ni enfrentándome, ni convocando gente. Quizás porque ese espíritu colectivista de la lucha por los derechos de las masas está alejado de mí; es un trabajo además, desgastante e ingrato. No tengo esa energía. Yo conocí bastante bien la parte íntima de la política, de las campañas, porque ayudé en varias de ellas y es admirable que esa sea la decisión de vida de esa gente. Eso me causa mucho respeto.

Más de su personalidad

Mi mayor orgullo es… Todo lo que he hecho en mi carrera profesional.

Me molesta… La indolencia.

Si me defino en una palabra diría que soy… Multianìmico. Cambio de opinión todo el tiempo y por ende, mi estado anímico. Me aburre la monotonía.

Me inspira… La inteligencia, las buenas ideas.

Caracas es… Mi ciudad.

 

Ramón en pequeñas dosis

Una película: “El talentoso Sr. Ripley”.

Una revista: Monocle, una publicación sobre construcción de espacios.

Una comida: Los pescados.

Un restaurante: Fuera, Chipriani Downtown en Nueva York; y de Caracas, Carso Bar.

Un destino inolvidable: Roma, siempre Roma.

Una canción: “Wild is the Wind”.

Un diseñador: Berluti.

Una fantasía intelectual: Ser alcalde de Caracas. Me encanta la posibilidad de poder mejorar el lugar donde vivo.

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